martes, 15 de abril de 2008

Intento de arreglo casero

Hoy, cuando he llegado a la biblioteca, he visto que mi brasero tiene un cable suelto y no funciona. Mientras hay calefacción el brasero no lo necesito mucho pero como soy muy friolera y los radiadores ahora se apagan a las 12, mi braserito es la salvación. He querido hacer de McGuiver ante la mirada de sorpresa de las señoras de la limpieza y con unas tijeras he pelado los cables y he intentado destornillar el tornillo para enrollar esos cables en su sitio. Pero no es tan fácil, señores. El tornillo está corrido y no hay forma de destornillarlo. Sólo da vueltas y vueltas como la cabeza de la niña de El exorcista. Al final he decidido que, en este caso, no sirven mis intentos de arreglos caseros y he tenido que seguir la característica burocracia de la administración: llamar al ayuntamiento para que me pasen con el departamento de obras, esperar con la musiquita, preguntar por el encargado, esperar que se ponga al teléfono, decirle lo que me ha pasado para que avise al electricista y, por supuesto, esperar no sé cuántos días sin mi braserito hasta que este técnico pueda acercarse a arreglarlo. En fin, todo sea por paciencia.