viernes, 22 de febrero de 2008

Historias de miedo

Me preguntan las señoras de la limpieza si nunca he tenido miedo en esta casa. Se refieren a la casa de la cultura donde, al fondo del todo, se encuentra ubicada la biblioteca. Es una casa nobiliaria, gigantesca y con muchos recovecos y escondrijos. Yo nunca he pensado si he tenido miedo o no, será porque después de tanto tiempo trabajando aquí esta es como mi segunda casa. El caso es que ellas sí me confirman que pasan miedo cuando entran por la mañana temprano, que oyen crujidos y que piensan que de cualquier sitio puede salir alguien. No he podido controlar la risa mientras ellas me dicen que no me ría, que esta casa es un misterio y algún día me puede dar un susto. Les he contado que, para susto, el que se llevó hace tiempo una señora de la limpieza también cuando al abrir la puerta de una de las salas se topó con un brazo colgando. Han gritado y todo, hasta que les he aclarado que se trataba del brazo de un maniquí que tenía la profesora de corte y confección y que el día anterior habían colocado de esa forma algunos niños que salieron de la biblioteca para asustar a esta mujer, que les reñía por comer pipas en el pasillo. Ni que decir tiene que los niños consiguieron su objetivo. En fin, seguiré esperando a que esta casa del terror me dé un sustito...