Ya volvimos del Womad. La verdad es que ha merecido la pena ver y "vivir" aquel ambiente, esa Plaza Mayor en la que no cabía ni un alfiler, el mercado hippy en el Paseo de Cánovas, la música invadiendo cualquier rincón del casco antiguo de Cáceres, la gente de todo tipo, todas las edades y todas las pintas que te encontrabas por todos sitios... Ha sido un fin de semana corto pero intenso que nos ha servido para desconectar y casi trasladarnos "a otro mundo". El año que viene creo que volveremos.
P.D.: Y para resolver la duda de mi amigo bibliotecario y artista, el hombre invisible o señor Ubé, le diré que la casa de mi hermana es un dúplex con cuatro plantas, por eso nos pudimos alojar 23 personas, aunque la mayoría dormían en colchones por los suelos y, eso sí, por grupos.