Cada mañana me encuentro con varios estudiantes que se dirigen al instituto. A algunos de ellos los conozco de vista o porque vienen a la biblioteca. Muchos de estos últimos, sobre todo chicos, cuando cumplen 15 ó 16 años más o menos, dejan de venir y es cuando pegan tal cambiazo que no hay quien los reconozca. A veces me ha pasado que estos jóvenes me paran por la calle para saludarme y yo no sé quiénes son. Así que he determinado decir adiós o buenos días a todos los estudiantes que me encuentro por las mañanas y que se quedan mirándome esperando que les salude. De esta forma no quedaré mal si es que los conozco y no caigo...