martes, 1 de julio de 2008
Bibliopajarería
No sé si he comentado alguna vez que la biblioteca está rodeada de cristales y que el sol, desde que sale, pega en esos cristales, por lo que venir a trabajar en verano es como sentarse en el interior de un invernadero. A veces pienso que el arquitecto debía ser escandinavo y no tenía conocimiento de las temperaturas que se pueden alcanzar aquí en esta época de año. El caso es que los únicos cristales que se pueden abrir están muy altos y siempre tienen que venir dos obreros con una escalera para abrirlos y así impedir que nadie muera de asfixia. De vez en cuando, por esas ventanas abiertas, se cuela algún pajarito pero lo de ayer (y creo que hoy vamos por el mismo camino) fue exagerado. La biblioteca parecía una pajarería y cada uno cantando de una manera diferente ni les cuento. Se desorientan porque no saben dónde está la salida y aquí me tienen corriendo por toda la biblioteca intentando espantarlos hacia el techo para que encuentren la ventana y puedan salir. Hoy he entrado a trabajar y el ambiente es parecido a lo que debe ser la casa del conde Drácula pero en lugar de murciélagos volando lo que hay son pajaritos. Creo que voy a dejar que correteen a su aire y se posen donde quieran, así tengo nueva compañía...
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