Desde que tengo uso de razón me han gustado las piedras que tengan algo especial o un color llamativo. No es que tenga una colección organizada pero sí las tengo repartidas por diferentes rincones de mi casa. Anoche, mi amiga Anadeli, bióloga y amante de cualquier cosa que dé la naturaleza, me hizo un regalo precioso. Durante sus vacaciones ha estado en un lugar donde ha encontrado fósiles chulísimos. A simple vista parecen piedras normales y corrientes pero si te fijas bien se pueden apreciar los restos de conchas marinas. Colocaré esos fósiles en la estantería de esta habitación-estudio donde paso tantas y tantas horas. Aquí les dejo la prueba de ese regalo tan original...