viernes, 29 de febrero de 2008

Total, para lo que nos queda...

Mis padres tienen un coche "nuevo" que utilizan para viajar y otro más chatarrilla (mejor decir que es algo parecido al troncomóvil de los Picapiedra) para callejear por el pueblo. Ese coche "nuevo", el de los viajes, es "nuevo" porque tiene relativamente pocos kilómetros, pero ni les cuento los años que tiene. Pues bien, como no quiero que mi padre conduzca, el 90% de los kilómetros que tiene el coche se los he hecho yo y ya me he acostumbrado a esa dirección que, por supuesto, no es asistida. Ahora, en Cáceres, mi hermana (que vive en esta ciudad y se conoce las calles) ha cogido el coche y, sobre todo al aparcar, ha podido comprobar lo dura que es la vida de chófer con el coche "nuevo" de mis padres. Algo cabreada me dice que hay que convencerlos para que se compren un coche con dirección asistida. Yo no he podido evitar la risa porque sé cuál sería la contestación: total, para lo que nos queda... Y es que la mayoría de los mayores contestan más o menos igual. Tengo una amiga que me decía que sus suegros, con setenta y tantos años, no cambiaban los muebles de la cocina, ya viejos, porque total, para lo que les quedaba... Y ahora, con noventa y tantos han tenido que cambiarlos a la fuerza porque se les caían a trozos. En fin, que por ahora (y espero que por mucho tiempo) seguiré haciendo músculos con el volante del coche "nuevo" de mis padres que, señores, es para toda la vida...