La expresión que da título a esta entrada se suele utilizar en el lenguaje popular para referirnos a algo que es indiferente, frío o inexpresivo. Sin embargo yo la voy a usar hoy para referirme a lo agradable que es ese sonido, el de oír llover, el ruido del agua. De hecho me encanta escuchar la
Música de los elementos, basada principalmente en ese tipo de sonidos relajantes. Y es que aquí ha estado lloviendo toda la noche y les aseguro que, acostada, ha sido un placer oír llover. Lástima que estos placeres últimamente no sean tan frecuentes.