Esta mañana, cuando he ido a fichar al ayuntamiento, me he fijado en la poca gente que hay trabajando. La mayoría está ya de vacaciones y sólo quedan los "servicios mínimos". También se nota el mes de agosto en el tráfico del pueblo y, cómo no, en los forasteros que vienen a la biblio. Todo esto hace que las horas parezcan eternas, sobre todo cuando una está deseando que llegue el día 14 para irse de vacaciones, igual que los demás. Y de lo que tengo ganas, sobre todo, es de no tener que pensar el domingo por la tarde que el lunes me tengo que levantar temprano. Pero bueno, ya queda poco para eso y, como dice el refrán, el que ríe el último, ríe mejor.