Como a la mayoría de los mortales, cuando uno se incorpora al trabajo tras las vacaciones lo que más cuesta es levantarse temprano, sobre todo a los que nos gusta dormir y hemos estado todo el verano levantándonos a eso de las 11 de la mañana. Creo que esta es la causa de que en los últimos días estuviese continuamente cansada y por la noche ya me costase hasta leer una página. Encima ya no duermo siesta porque me voy a dar un paseo después de comer. Así que ayer mi cuerpo ya me avisaba de que no podía más y me acosté a las 22:15. Esta mañana, cuando ha sonado el despertador a las 7:15 me hubiera gustado estar una horita más en la cama pero aún así me he levantado con mucho menos esfuerzo que estos días atrás, y ahora parece que estoy como una rosa. Bien se dice muchas veces eso de un sueño reparador...