Ya hace mucho tiempo que no voy al campo en busca de espárragos. Cuando era pequeña solía ir con mis padres y recuerdo que me encantaba cogerlos, pero luego no los probaba. Ayer, después de comer y antes de que los efectos de la alergia comiencen a hacer estragos, me llevé a mis padres a dar una vuelta, a ver si veíamos espárragos. No cogí muchos, la verdad sea dicha, pero me encantó ese olor a hierba, a flores, a campo... Creo que repetiré otro día, aunque haya terminado con las manos arañadas.