Lo que hace tener 15 años. No, no es que haya perdido un poco la cabeza y a estas alturas crea que tengo esa edad. Se trata de mi sobrino Carlos, con el que suelo dar paseos a menudo. Bueno, más que paseos son carreras contra reloj. Me lleva gargueando como se suele decir aquí y muchas veces tengo que agarrarme a él porque no logro ir a su paso. Anoche fue la última vez y llegué a casa sudando mientras él estaba como una rosa. Eso sí, hoy me encuentro muy bien y esta tarde repetiremos, por supuesto.