martes, 2 de marzo de 2010

Historias de hospital

Anoche estuve varias horas en el hospital. Por suerte, nada grave. En la sala de espera de urgencias las horas se hacen eternas pero no cuando estás atento a las anécdotas que allí ocurren, sobre todo con las máquinas expendedoras de refrescos o chocolatinas. Si querías echar un trago era mejor que fueses a la cafetería porque quien se tragaba el dinero a cambio de nada era la maquinita. Yo pagué la novatada nada más llegar. Eché un euro para sacar una cocacola que no llegué a tocar porque la máquina ni se inmutó. Pero los siguientes que iban llegando no fueron tan conformistas. Uno de ellos, al ver que no podía sacar su refresco, lo que intentó fue sacar el dinero que le había echado. En principio lo hacía metiendo por la ranura un papel doblado pero al ver que no conseguía nada buscó una navajita y allí estuvo intentándolo durante más de un cuarto de hora, pero nada. Esta misma persona se acercó a otra máquina para sacar una chocolatina. Casi lo consiguió pero la chuche se quedó a medias, ni dentro ni fuera. Ya cabreado le dio un golpe a la máquina y con ayuda de otro compañero casi la tumba para sacar el preciado chocolate. Lo consiguió. Desde luego lo saborearía como un tesoro ganado tras tanto esfuerzo... Quizá no fuese mala idea trasladarse a estas consultas y salas de espera para hacer programas de humor ¿no creen?