Hace bastante tiempo le vi a
Raúl un mapamundi colgado en la pared del pasillo de su casa y me gustó mucho. También hace tiempo que se lo comenté a mis amigas y Marta, una de ellas, se quedó con el cante. El otro día me dio la sorpresa: ¡me había comprado un mapamundi! Lo abrí con todo el cuidado del mundo y ya lo tengo colocado en la pared de la habitación donde suelo trabajar, justo a mi izquiera y a la altura de la vista. Es chulísimo y no sé qué tendrán estos mapas pero el caso es que no me canso de mirarlo...