Ahora ha venido el concejal de obras del ayuntamiento a echar un vistazo a la biblioteca porque quieren poner el aire acondicionado. Casi no me lo creo. Después de doce años me parece mentira que por fin alguien se haya dado cuenta de que esto es poco menos que un horno. A mí no me molesta mucho el calor y tampoco me gusta el aire acondicionado pero reconozco que trabajar en estas condiciones y en este siglo es como hacerlo en el tercer mundo. No he sido yo quien se ha quejado por el calor que hace, habrá sido alguno de mis estudiantes veraniegos, así que si hasta ahora, y con calor, no cabe un alfiler en la biblio, no les cuento cuando aquí se esté con la cabeza fresca en días calientes...