Anoche mi hija y yo estuvimos dando una vuelta por el pueblo con el coche. Ella quería que diéramos ese paseo. Para no ir de una calle a otra sin ton ni son nos propusimos buscar alguna argolla de las que antes había en las aceras para atar a los burros. Argollas no encontramos ni una pero con esa excusa recorrimos casi todo el pueblo y, lo más importante, hablamos mucho y de muchos temas. Creo que estos paseos son un buen pretexto que repetiré a menudo para hablar de forma distendida con mi hija.