Ayer recibí el carné de estudiante de la USAL. Abrir el sobre y ver la tarjeta magnética parecida a la que utilizamos para sacar dinero del cajero me hizo mucha ilusión. Lo que me vino a la mente en ese momento fue el primer carné de estudiante que tenía en Granada, que era una tarjeta de cartón con mi fotografía pegada en un recuadrito y mis datos escritos a mano... De eso ya hace tiempo, claro. Qué diferencia. Con este nuevo carné podré acceder a los recursos de la USAL de forma remota, sin tener que desplazarme los cuatrocientos kilómetros que separan Azuaga de Salamanca, cosa que sería impensable hace unos años. Desde luego que la tecnología nos hace la vida mucho mucho más fácil.