Esta mañana mi hija estaba intentando hacerse unas trenzas y yo, en broma, me metía con ella para decirle lo mal que le estaban saliendo, que si se las hiciese yo seguro que quedarían mejor (creo que no he hecho una trenza en mi vida). Pues bien, al final se ha rendido y ha dejado que yo le haga las trenzas. Qué trenzas... La raya ha salido como una carretera con curvas. Y Ana tan contenta. No tengo muchas dotes de peluquería pero con esto me he propuesto aprender a hacer trenzas, para la próxima vez...