miércoles, 5 de marzo de 2008

Las obras del acerado

Ya hace casi dos meses que comenzaron las obras para cambiar el acerado de mi calle. No se imaginan lo que es entrar en mi casa dando saltos y salvando todo tipo de obstáculos (tablas para no pisar el hormigón, arquetas y registros de la luz que sobresalen del suelo sin baldosas, bordillos desnivelados...). Vaya, que es como entrar en una especie de cortijo pero en plan cutre. Y no hablemos del espisodio que se debe montar para entrar y sacar el coche de la cochera. Hay que colocar unas cuñas de hierro justo en el lugar por donde pasan las ruedas porque si no aciertas ya sabes que, por muy despacio que vayas, no te libras del golpecito. Muchas noches se ha quedado fuera por no complicarme la vida. Pero hoy, por fin, parece que los albañiles llegarán a mi puerta, pondrán el acerado y todo volverá a ser como antes. Es curioso cómo hasta que no nos faltan cosas que parecen tan simples como las baldosas de la calle no nos damos cuenta de lo imprescindibles que son...