Imagino que muchos bibliotecarios habrán tenido alguna vez usuarios que se han sorprendido cuando les hablamos bajito. Unos te preguntan si es que hay alguien durmiendo, otros miran extrañados a su alrededor buscando el motivo por el que no se puede hablar "con normalidad"... Ayer llegó un señor mayor a la biblio. Era la primera vez que venía y hablaba en un tono muy alto mientras que yo le contestaba muy bajito para que se diese cuenta de que había que bajar la voz. El señor me miraba con cara de no saber qué podría estar pasando para que yo le hablase así. Al final, cuando se despidió, lo hizo estrechándome la mano y diciéndome: "Ea, a mejorarse esa garganta". No pude evitar la sonrisa. Estas son las chispas que te alegran la mañana...