viernes, 10 de mayo de 2013

Alfredo Landa

Ayer murió Alfredo Landa. Cuántos no nos hemos reído con él viendo sus películas, con qué naturalidad actuaba. Esa naturalidad era justo la misma que percibí cuando hablaba con él por los pasillos del bloque donde, por casualidad, vivíamos los dos, allá en la Avenida Comandante Franco de Madrid. Una vez incluso le pedí un autógrafo para mis padres. Iba con las manos llenas de llaves y le costó firmar aquel papel, pero lo hizo con ese agrado que muestra en el cine. Cuando ya se iba se dio cuenta de que se llevaba el capuchón de mi bolígrafo y de repente se volvió diciéndome: estaba yo pensando que me sobraba algo y no sabía bien qué, ¡es tu capuchón! Y comenzó a reír a carcajadas. Descanse en paz...