Hoy es el último día de clase para los alumnos de ESO. Mañana solo habrá actividades, por lo que no es obligatorio asistir. Así que esta mañana, al despertar a mi hija, se ha levantado de un salto sabiendo que ya no madrugrará hasta después de los Reyes. Está contentísima, como cualquiera, claro. Y hemos hecho un trato: le he prometido que cuando yo me tome vacaciones (unos días a finales de mes) no miraré ni un solo papel. A cambio, ella me ha prometido que seguirá esforzándose para sacar buenas notas.