Esta mañana me ha costado levantarme para venir a trabajar, como todos los días. Y no es que me queje por el trabajo sino por despertarme temprano, que nunca me ha sentado bien. Pero hoy, tras apagar el despertador oía cómo llovía en la calle y ya he podido saborear la alegría del día, el saber que el aire se está limpiando y yo podré respirar mejor, sin que me afecten los síntomas de la alergia y sin tener que contar con ese aerosol que me acompañaba donde quiera que fuese estos últimos días. Bienvenida esta
chispa de oxígeno nada más comenzar el nuevo año.
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