lunes, 3 de marzo de 2008
Esto me pasa por quejarme...
Para qué me quejaría yo del coche "nuevo" de mis padres. Anoche, viniendo de viaje con mi coche (mucho más nuevo que el de mis padres y con dirección asistida) se nos pinchó una rueda. Tuvimos que salirnos lo más posible de la carretera porque no encontrábamos ni un solo camino o ensanche y la rueda iba por los suelos. Como nunca había pasado esto pues no llevábamos ni linterna ni guantes ni na de na. Y como tampoco se había utilizado el gato, no les digo lo durísimo que estaba (creo que lo que pasaba es que estaba pegado con la pintura aún de fábrica) y no había forma de que funcionase. Por fin funcionó y mi marido, alumbrado con la luz de la pantalla del teléfono móvil que sujetaba mi tío (vaya linterna), pudo cambiar la dichosa rueda, que pesaba un quintal. Si me llega a pasar a mí sola hubiese llamado al 112 directamente, aunque hubiera hecho el ridículo por no saber dónde esconde el gato este coche, y no digamos colocarlo correctamente y luego quitar esa rueda de "tractor" para poner la de repuesto. Ufff, no me lo imagino. Y es que parece que nunca se nos va a pinchar una rueda. Así que me he propuesto lo siguiente: lo primero será comprar una linterna y unos guantes (que no se imaginan cómo quedan las manos tras esa operación), luego aprenderé dónde está y cómo se utiliza el gatito, cómo se cambia una rueda y, por supuesto, no me quejaré más del coche "nuevo" de mis padres.
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3 comentarios:
Hola Conchi, ¿sabes? yo también me propuse más o menos lo mismo. Viajo a menudo y casi siempre sola. Por si acaso pinchaba en alguno de estos viajes, intenté aprender a cambiar una rueda y no llegué más que a la conclusión de que si alguna vez pincho debo tener a mano el número de la aseguradora. Una vez localizado el gato y teniendo la teoría presente, ¿has visto lo difícil que es aflojar las tuercas? Nunca he podido reunir fuerzas para sacarlas. Y ya creo que se me va olvidando la teoría... Pero, te animo a que lo intentes, yo no soy ningún ejemplo de fortaleza física.
Besos.
Ana Castillo
Hola, si es que hay que llevar una linterna en el coche... je, je, aunque la linterna sea lo de menos. Menos mal que no estabas sola, pero en caso de estarlo lo mejor llamar al seguro. Cuando me dieron el coche mi padre me explicó cómo cambiar la rueda y todo eso... la última vez que estuve en casa me regaló una caja de herramientas. Ya desde que estaba en el colegio mayor tenía en mi habitación martillo, destornillador, navaja suiza, punzón y todo lo que mis padres pensaban que podría necesitar y que creo que nunca o casi nunca he tenido que utilizar.
A veces es mejor no nombrar nada que tenga que ver con averías porque luego vienen todas en cadena.
Yo no soy ninguna manitas pero tampoco ninguna manazas.
Siempre dispongo en casa de herramientas básicas y alguna de más alto nivel por si se presenta la ocasión de que algún amigo "matinas" o `"profesional" aparezca por casa con ganas de echar un rato de "bricolaje".
En cuanto al coche, siempre llevo una linterna ( aunque no garantizo que la pila funcione, a veces lleva la misma durante años y en el momento en que se necesita...)y sé dónde está el gato y más o menos cómo usarlo. Sí suelo ser una manitas en montar armarios y las estanterías. También he utilizado varias veces el guarrito y tengo uno en casa. Eso sí, siempre lo he utilizado en casas ajenas y por insistencia de mi cuñada o alguna amiga. La verdad que el resultado final fue satisfactorio. También le he metido mano en alguna ocasión al tema de la fontanería, la pintura y la albañilería ( cemento cola, alguna baldosa, silicona...) Pero que nadie me pida que toque algo referente a la electricidad: me da pánico. Solo soy capaz de cambiar las bombillas. Y es que una vez me quedé pegada a un enchufe y desde entonces no puedo con ello.
Nunca tuve que cambiar la rueda al coche pero sí me tocó en 2 ocasiones cambiar la rueda del coche de una compañera que nos llevaba a 2 más a la facultad. Esta amiga, propietaria del coche: un seat 127, sabía la teoría y yo apliqué la fuerza para desatornillar las tuercas. Estaban superduras, me tuve que subir encima con un pie para poder conseguir que se aflojaran. Yo creo que desde que salió de fábrica el vehículo nadie había tocado aquellas tuercas.
Me ha llamado la atención que todas las personas que hemos escrito un comentario o este tema, hemos sido mujeres. Parece que estamos acomplejadas por no saber pequeñas habilidades de bricolaje o mecánica, pero estoy segura que más de uno se las ve y se las desea ante situaciones similares.
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