miércoles, 16 de abril de 2008

Mi madre y sus compras

Alguna vez habré comentado aquí que la comida no es una de las cosas que más me atraigan, es una pena, ya lo sé. Quizá sea ese el motivo por el que suelo comer muy despacio haciendo que mis padres, que me acompañan en la mesa, se desesperen a veces. Pero es que ellos comen muy rápido así que, para evitar problemas, decidimos que acaben cuando quieran y que me dejen a mí tranquilita y solita, que ya terminaré, quitaré la mesa y fregaré los platos. Todo esto lo cuento porque ayer salí de compras con mi madre y me sorprendió que se parase a comprar una cuchara más grande de lo normal. Cuando le pregunté para qué la quería me contestó que era para mí, a ver si así comía más rápido. Bueno, sin comentarios... Ya les diré si el tamaño de la cuchara influye en la velocidad para comer. No lo creo.

2 comentarios:

Beloca dijo...

No he podido evitar reirme cuando me he enterado para quién era la cuchara más grande imaginando sobre todo tu cara de desesperación y la ilusión de tu madre para ver si así comés más rápido.
Parece que el trato solo lo has aceptado tú, tu madre no se rinde en el intento.
Yo te comprendo, porque yo como también muy lenta y poco y mis padres siempre se han deseperado conmigo a la hora de comer, un día mi padre harto de esperar y de ver las muecas que yo ponía para comer me puso el plato de huevo frito con patatas por sombrero. Nunca se me olvidará. Pero yo seguí comiendo igual.

Anónimo dijo...

Al igual que Belén, yo tampoco he podido evitar reírme cuando he leído lo de la cuchara.
Me ha venido a la memoria la canción infantil de "Cuando Fernando VII usaba paletón" pero aquí, diríamos "cucharón".
Las madres con las comidas son, han sido y serán muy pesadas... sino no serían madres; aunque yo nunca he tenido problemas con la comida. Siempre he tenido buen apetito; pero es curioso, de pequeña, odiaba las lentejas y ahora es uno de mis platos favoritos. Me encanta un buen plato de lentejas con verduras, sin grasa: es una delicia. Y no me importaría, conchi, que me prestaras esa gran cuchara para dar buena cuenta de un buen platito de lentejas.
Lo dicho, paciencia con las madres, que... madre no hay más que uno y luego siempre se le echa de menos.