martes, 6 de mayo de 2008

Libros fuera de su sitio

Todos los que trabajamos de cara al público en una biblioteca sabemos que existen varios tipos de usuarios. En una biblioteca municipal destacan, entre otros, las señoras que piden siempre libros de un mismo autor o autora, los abueletes que quieren libros con letra grande o aquellos usuarios que solicitan sólo las novedades que van apareciendo en el mercado. También los hay de los que revuelven mi mesa buscando no se sabe muy bien qué ahorrándose el trabajo de buscar en las estanterías, y miren que tenemos una estantería aparte de todas las demás con los libros más leídos, pero aun hay veces que me dicen que "no tenemos nada". Así que ayer hice una prueba: dejé varios libros que no son novedad en mi mesa para ver si por la tarde se prestaban y... ¡Sí! Esta mañana he llegado y, menos uno, todos los libros que dejé se han prestado. Esto sí que es una buena táctica para desempolvar algunas obras que hace meses que no se mueven y que en su tiempo eran muy leídas. A partir de ahora, los libros, en mi mesa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin tengo el Anuario en mis manos. Esta mañana lo hemos recibido en la biblioteca.
Enhorabuena, Conchi, por la publicación y por el trabajo que habéis hecho todo el equipo.
Conozco a bastante gente de la que ha participado, tanto en el comité científico como de responsables de bibliotecas.
Felicidades. Un fuerte abrazo.

Beloca dijo...

Es que somos vagos por naturaleza Conchi. Ya has hecho la prueba.
Con tal de no buscar lo que sea, bueno eso será los pocos curiosos porque a mi lo que más me gusta al entrar en una biblioteca es entrar y ver hasta el último rincón y cuanto más viejos sean los libros más me pica la curiosidad, (espero que no me pase como al gato)
Bueno, sigue haciendo prubas con los seres lectores, si eso sirve para que lean cosas mejores.

Anónimo dijo...

Es verdad que es una buena táctica. Yo hice algo parecido, años atrás en la biblioteca del aula: ponía en mi mesa algún libro que yo veía que pasaba desapercibido y que debían leer y hacía propaganda del mismo.
Les decía que era muy divertido pero que no lo podía prestar a todo el mundo, solo a aquel que verdaderamente estuviera muy interesado en el tema y me lo trajera devuelto en una semana ( de lunes a viernes -yo siempre empezaba mi campaña un lunes, y se pegaban tortas, así que lo rifaba de lunes en lunes y finalmente, se lo leían más de media clase.
Y es que se desea lo que los otros desean, somos muy envidiosos.
La envidia es un pecado nacional.
Pero cualquier táctica es buena si conseguimos incrementar el número de lectores.
Solo permitía que fuera leído por aquellos que