martes, 8 de julio de 2008

Apagón

Llevamos dos o tres días con apagones de luz en casi todo el pueblo que suelen durar una hora más o menos. Esta mañana, cuando me he levantado, no había luz así que he llegado al baño, he encendido una radio que tengo después de palpar todos los botones, he abierto los grifos porque una ya sabe dónde están, he distinguido el champú del gel por el tacto (menos mal que son botes de diferente tamaño y forma), he cogido el albornoz al tanteo y cuando iba a salir de la ducha casi me caigo porque no he calculado bien dónde estaba el suelo. Pues bien, después de tantos apuros y una vez que ya me había sentado para hacer mis ejercicios de cuello, ha venido la luz... No he podido evitar sonreír porque después de todo ducharse a oscuras tiene su chispa y, además, pensaré que así también se ahorra energía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso es comenzar el día con una aventurilla mañanera. Seguro que hasta te has divertido con esa experiencia que más de uno hemos tenido. A mi me ha pasado en un par de ocasiones eso de sufrir un apagón y de repente encontrarme sin saber moverme por la casa, a pesar de que me la conozco palmo a palmo. Pero es que a mi no se me ocurria pensar en que se ahorra energía, sino que me daba por sentir miedo ante la oscuridad, al tiempo que no he podido dejar de pensar en cómo se sienten los invidentes al tener que enfrentarse a esa sensación día tras día.
Tú has sabido sacarle esa parte positiva que ves en todo lo que te acontece, como no podía ser de otra forma.
Me encanta tu optimismo Conchi y te felicito por ser así.

Por cierto, que sí que para septiembre estaré de vuelta de mi viaje por Tierra Santa. Vuelvo el día 1 o el 2, aún no lo sé, pero espero poder encontrarme con toda la pandilla y tomarnos algo juntos y así poder conocernos.

Anónimo dijo...

¡ Qué bien, Septiembre ! En septiembre yo también estaré por Málaga: los exámenes de recuperación de septiembre: Así que si venís todos los azuagueños,nos conoceremos.
En cuanto a lo del apagón, toda una aventura. A mí me pasa lo que a Valle, siempre me acuerdo de los invidentes y de lo torpe que somos los videntes pese a conocer el territorio por donde nos movemos habitualmente; se nos va la luz y tropezamos por doquier, nos sentimos inseguros, estamos como encogidos moviéndonos por casa.
Pero también como dice Conchi, ahorramos energía y también me da por pensar que no hace muchos años en la mayoría de los hogares españoles sólo se alumbraban con lámparas de aceite. Mi madre solía contarme sus vivencias en los años 30. Toda una aventura...