Imagino que muchos bibliotecarios habrán tenido alguna vez usuarios que se han sorprendido cuando les hablamos bajito. Unos te preguntan si es que hay alguien durmiendo, otros miran extrañados a su alrededor buscando el motivo por el que no se puede hablar "con normalidad"... Ayer llegó un señor mayor a la biblio. Era la primera vez que venía y hablaba en un tono muy alto mientras que yo le contestaba muy bajito para que se diese cuenta de que había que bajar la voz. El señor me miraba con cara de no saber qué podría estar pasando para que yo le hablase así. Al final, cuando se despidió, lo hizo estrechándome la mano y diciéndome: "Ea, a mejorarse esa garganta". No pude evitar la sonrisa. Estas son las chispas que te alegran la mañana...
3 comentarios:
Muy buena la anécdota. Aunque si llegase yo a tu biblioteca, serías tú la que me dijera a mí lo de "¡ea, a mejorarse esa garganta! ".
Menos mal que ahora tengo unas largas vacaciones para recuperarme del desgaste de las cuerdas vocales: aunque he de tener cuidado con el hielo de los tintos de verano y los mojitos. Pero son una tentación irrestistible.
Qué arte el hombre mayor,el pobre no sabría a que venia eses tono tan bajo.
Cuando llamo a las Bibliotecas suelen contestarme al teléfono muy bajito para no molestar a los lectores y a los buscadores (porque están los que leen en la biblioteca y los que van a buscar el libro que quieren llevarse a casa). Te hablan tan bajito que a veces no les escucho, pero lo más gracioso es que te contagian lo contagian y al rato me doy cuenta que yo también estoy hablando en el mismo tono.
Amaya, cuidate esa garganta que en el invierno por las clases y en verano por las copitas con hielo te vas a quedar sin voz.
Genial, que arte. Me hiciste sonreir.Un abrazo.
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