jueves, 31 de enero de 2008
La alegría de la huerta
Cada quince días cambian las señoras de la limpieza en la biblioteca. Las nuevas que me he encontrado hoy al entrar a trabajar ya las conocía de alguna vez anterior y me he alegrado al verlas porque, sobre todo una de ellas, es la alegría de la huerta. Desde que te ve llegar te saluda con palabrotas-piropo con los que no puedes evitar desternillarte de risa. Hablamos del frío que hace hoy y ella me enseña su barriguilla para demostrarme que la friolera soy yo mientras sigue vociferando con ese vocabulario castizo que hace honor al refrán extremeño que dice: quien no diga jacha, jigo y jiguera no es de mi tierra. Escuchar a esta mujer cuando aún no estoy muy despierta y empezar a reír desde las ocho de la mañana es lo que yo quisiera para todo el año. Qué pena que sólo sean dos semanas...
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3 comentarios:
Vaya dicho. No había oído antes eso de "jacha, jigo y jiguera"
Disfruta de estos 15 días, Conchi, porque no hay nada como tener la compañía de alguien que transmita alegría, y mucho más si es por la mañana temprano y con frío.
No hay nada mejor que empezar el día con energía, optimismo y buen humor. Estos son, sin duda, los mejores condimentos para disfrutar de una próspera jornada de trabajo.
Cuando llego a la sala de profesores -casi todos los días sobre las 8.10 - me encanta ver a un compañero que siempre transmite optimismo, fuerza, alegría. Siempre llega con su cafelito en el vasito de plástico y sonriente, con ganas de empezar las clases.
Y es que la alegría, a primera hora de la mañana, se transmite tan rápida como la corriente eléctrica; y si te cargas bien las pilas, esa energía positiva dura y dura y dura.
Cuando llego a clase pletórica, cargada de energía, observo que los alumnos están más receptivos.
Y es que el buen rollo, el buen humor se contagia fácilmente.
Cuando alguno de mis alumnos está dormido en las primeras clases o está de mal humor, le echo en cara que no se haya bebido un buen Cola-Cao.
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