martes, 4 de marzo de 2008

Tropezón

Parece mentira que después de doce años trabajando aquí aún no conozca esta casa. Digo esto porque esta mañana al entrar en la casa de la cultura iba pensando en otras cosas y me he tropezado con el umbral, he cogido velocidad intentando evitar la caída y me he dado un cabezazo contra un cristal que hay justo a la entrada. Qué vergüenza me ha dado. Menos mal que suelo llegar la primera y todavía no hay gente trabajando, pero sí me ha visto una de las señoras de la limpieza que estaba barriendo por allí y me ha mirado, primero con cara de preocupación, para después de dos o tres segundos partirse de risa. Me ha contagiado y no he tenido más remedio que reírme yo también de mí misma. ¿Por qué nos reiremos tanto cuando vemos a alguien que se tropieza o se cae?

5 comentarios:

José Manuel Ubé González dijo...

Mientras no te haya pasado nada.

Feliz martes, Conchi.

Anónimo dijo...

Es verdad, Conchi. Si a la persona que se tropieza o se cae no le ha pasado nada grave, solemos reirnos. Tiene que haber una explicación psicológica para ello. Igual que cuando uno se cae lo primero que hace es comprobar si alguien le está mirando en ese momento. Lo importante es tu tropiezo que haya quedado en una anécdota.

Anónimo dijo...

Creo que lo normal es que primero nos preocupemos y atendamos, rapidamente, a la persona en cuestión. ¿La risa?, como dice Raul, habrá miles de explicaciones psicológicas, entre ellas: nervios, timidez, sentido del humor más bien negro, incluso algunas dosis de "mala leche".
Si tu caida de esta mañana hubiera sido una película americana, pues hubieras perdido la memoria y todos nosotros te contaríamos cosas para descubrirte tu identidad y las nuestras, incluso alguna "mentirijilla". Eso sí, te volverías a dar otro golpe (suave !claro¡) y volverías a la realidad, que en tu caso sería a tu Biblioteca que tanto quieres.
Un Abrazo Conchi.

Anónimo dijo...

Es verdad que es inevitable la risa.
En clase, a menudo, algún chaval se cae de la silla por estar mal sentado y no veas la que se forma.
Yo misma, que soy la profesora, intento no reírme, pero es casi imposible. Hasta la persona que sufre la caída se parte de risa.
A mí me ocurrió una vez, ver a mi madre caerse en la calle y aunque rápidamente acudí al rescate y viendo que no fue nada grave, comencé a reírme y, ella también.
No sé cuál será la explicación pero incluso yo misma, en una ocasión, caí sentada danto tumbos por las escaleras de entre una planta a otra y era consciente de que no habí nadie. Y no solo me reí sino que al mismo tiempo lloré de dolor. Lloraba y reía al mismo tiempo. Al día siguiente os podéis imaginar los moratones que tenía en la cadera y en el trasero.
Bueno Conchi, me alegro que tu caída no haya sido grave y que haya quedado en una divertida anécdota.

Anónimo dijo...

Hola querida, hace poco en un curso que estoy haciendo,nos explicaron que esa situación tan embarazosa para el que la sufre y creemos que se ríen de nosotros, pues no es de nosotros, sino de "la situación". Así de simple, pues la verdad es que si lo hemos visto alguna vez, lo primero que pensamos es si nos hubiera pasado a nosotros por temor al ridículo. No problem, lo principal es no tener ningún traumatismo, (físico, no psicolçogico). Buen día.