miércoles, 30 de abril de 2008
Ordanadores y más ordenadores
Aunque no se lo crean yo tengo cuatro ordenadores. Dos los tengo en la biblioteca (para uso del bibliotecario), otro en mi casa y el portátil que se lo he prestado a mi hermana por un tiempo. Los de la biblioteca los tengo uno a mi izquierda y otro a mi derecha (menos mal que la silla tiene ruedas) y como uno funciona con Linex y el otro con Windows en cada uno hago una cosa. Para el programa de gestión utilizo el de la izquierda y para lo demás el de la derecha (y el de mi casa para la revista, el Anuario, el calendario, etc.). Todo este rollo viene a cuento porque ahora mi ordenador de la derecha, el de Windows, tiene un ruido constante como si estuviese actualizando algo y va muy lento. Es casi desesperante. Y entoces pienso: cómo puede ser que antes, sin ordenador, sólo con una máquina de escribir, solucionaba todos los "problemas" y ahora, con tantos ordenadores, falla uno de ellos y me deja sin saber qué hacer...
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1 comentario:
Es que nos hemos aficionado demasiado a los nuevos aparetejos: PCs, móviles, PDAs, Agendas electrónicas...
La semana pasada salí sin mi móvil y me di cuenta de esto a mitad del camino hacia Málaga: había quedado con unos amigos para ir al cine Alameda a ver " 8 Citas", y, cuando me percaté de que no llevaba el móvil me agobié un poco , pensando que alguno llegase tarde u ocurriera algún imprevisto.
Y eso que yo no estoy nada enganchada al móvil. Todos los días lo llevo encima pero si alguien me llamase durante las horas del colegio no me enteraría: suelto el bolso en la sala de profesores a las 8.15 y lo vuelvo a coger a las 17.45 o 18.00 y además no compruebo si he recibido alguna llamada; o sea un verdadero desastre. Pero si me doy cuenta de que me falta... me angustio, me flata algo. Así que no quiero ni imaginar la angustia que deben pasar las personas que están todo el día pendientes del móvil.
Y creo que nos ocurre lo mismo con los ordenadores: nos hemos acostumbrado a encenderlos a diario, a consultar cualquier duda en internet o en google, a leer nuestro correo electrónico que se nos hace raro no acudir a estos artiludios a diario.
El fin de semana pasado lo pasé en una casa rural con un grupo de amigos, y se me hacía raro irme a la cama sin escribir algún comentario a vuestros blogs: el tuyo y el de Raúl. Y es que, en definitiva, somos animales de costumbres. Somos muy repetitivos y necesitamos de la rutina diario para encontrarnos en nuestro hábitat.
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